domingo, 9 de enero de 2011

SESIONES MATINALES DE LA PELÍCULA "TAMBIÉN LA LLUVIA"


Como ya sabréis, acaba de estrenarse la película de Icíar Bollaín También la lluvia.
En torno a ella hay en marcha un proyecto sobre cine y educación al que ya hicimos referencia en este blog. Ahora, con el estreno, empiezan las sesiones matinales para centros educativos. Os animo a participar con vuestros alumnos y alumnas porque mi experiencia con el grupo de 6º de Primaria está siendo muy enriquecedora, les encantó la película y hablan de ella con una implicación que muestra como el buen cine toca emocionalmente también a estas edades.

Pongo abajo la referencia en el blog y el enlace, por si queréis visitarlo.http://tambienlalluvia2010.blogspot.com/



SESIONES MATINALES PARA ALUMN@S Y PROFESORES
Si desean solicitar pases matinales para grupos de un mínimo de 50 alumnos a partir del 10 de enero de 2011, a precio reducido y de entrada libre para profesores, por favor, pónganse en contacto con:
Flor Romero
Tel: 915422702 Ext.214 fromero@altafilms.es

viernes, 7 de enero de 2011

Para comenzar bien el año: "Medio pan y un libro".

Locución de Federico García Lorca al Pueblo de Fuente Vaqueros (Granada). Septiembre 1931.
"Cuando alguien va al teatro, a un concierto o a una fiesta de cualquier índole que sea, si la fiesta es de su agrado, recuerda inmediatamente y lamenta que las personas que él quiere no se encuentren allí. ‘Lo que le gustaría esto a mi hermana, a mi padre’, piensa, y no goza ya del espectáculo sino a través de una leve melancolía. Ésta es la melancolía que yo siento, no por la gente de mi casa, que sería pequeño y ruin, sino por todas las criaturas que por falta de medios y por desgracia suya no gozan del supremo bien de la belleza que es vida y es bondad y es serenidad y es pasión.
Por eso no tengo nunca un libro, porque regalo cuantos compro, que son infinitos, y por eso estoy aquí honrado y contento de inaugurar esta biblioteca del pueblo, la primera seguramente en toda la provincia de Granada.No sólo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro. Y yo ataco desde aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos. Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan. Que gocen todos los frutos del espíritu humano porque lo contrario es convertirlos en máquinas al servicio de Estado, es convertirlos en esclavos de una terrible organización social.
Yo tengo mucha más lástima de un hombre que quiere saber y no puede, que de un hambriento. Porque un hambriento puede calmar su hambre fácilmente con un pedazo de pan o con unas frutas, pero un hombre que tiene ansia de saber y no tiene medios, sufre una terrible agonía porque son libros, libros, muchos libros los que necesita y ¿dónde están esos libros?¡Libros! ¡Libros! Hace aquí una palabra mágica que equivale a decir: ‘amor, amor’, y que debían los pueblos pedir como piden pan o como anhelan la lluvia para sus sementeras. Cuando el insigne escritor ruso Fedor Dostoyevsky, padre de la revolución rusa mucho más que Lenin, estaba prisionero en la Siberia, alejado del mundo, entre cuatro paredes y cercado por desoladas llanuras de nieve infinita; y pedía socorro en carta a su lejana familia, sólo decía: ‘¡Enviadme libros, libros, muchos libros para que mi alma no muera!’. Tenía frío y no pedía fuego, tenía terrible sed y no pedía agua: pedía libros, es decir, horizontes, es decir, escaleras para subir la cumbre del espíritu y del corazón. Porque la agonía física, biológica, natural, de un cuerpo por hambre, sed o frío, dura poco, muy poco, pero la agonía del alma insatisfecha dura toda la vida
Ya ha dicho el gran Menéndez Pidal, uno de los sabios más verdaderos de Europa, que el lema de la República debe ser: ‘Cultura’. Cultura porque sólo a través de ella se pueden resolver los problemas en que hoy se debate el pueblo lleno de fe, pero falto de luz."

sábado, 1 de enero de 2011

FELIZ Y EDUCATIVO 2011

Para empezar el año, un copipega de una entrada que quiero compartir.  En el blog de Otra eduación es posible de Rosa María Torres, encuentro este texto que, en clave de humor, nos plantea algo que deseamos, y mejor este año que en el siguiente.

Los achaques de la educación

Eric Joisel

(Texto finalista en el concurso de Testamentos del Año Viejo, Ecuador)  

Le recomendaron baños de asiento, lavados,
purgantes, emplastos, cataplasmas,
pociones, brebajes, ungüentos,
pomadas, linimentos, vendajes, amuletos,
paños de agua fría, agüitas aromáticas,
cal­ditos de pollo, comiditas blandas, reposo.

Le cubrieron la cabeza con la chalina para que no le diera el ai­re ni agarrara frío.
Le plancharon las sábanas para calentarle la cama antes de dormir.
Le hicieron vaporizaciones con Vick Vaporub y hojas de eucalipto,
y le arroparon bien antes de la limonada caliente, para que sudara.

Le dieron agüitas de cedrón, hierba luisa, toronjil,
hier­ba buena para la sistitis,
valeriana para los nervios,
llantén para los problemas respiratorios,
manzanilla para los ovarios,
orégano para el dolor de barriga,
pelo de choclo y cola de caballo para los riño­nes,
hoja de aguacate para la artritis,
hoja de oliva para el colesterol.
Le dieron agua de trinitaria, orégano macho y hembra,
raíces de cebolla blanca y naranja agria, para sacarle los gases.

Le dieron un vaso de agua hervida tibia en ayunas para limpiarle los intestinos.
Le frotaron con manteca de chancho detrás de las coyunturas, para aliviarle el estreñimiento. 
Le asustaron,
le pegaron un papel en la frente y le hicieron to­mar agua de un vaso por el borde opuesto,
para pararle el hipo.
Le metieron un cucurucho de papel encendido dentro del oído
para que el humo le sacara el aire y le aliviara el dolor.
Le pusieron a masticar clavo de olor para el dolor de muela.
Le hicieron cataplasmas de hoja de tabaco para la bronquitis.
Le recetaron miel de abeja para purificar la sangre.
Le dieron chochos secos para la diabetes.
Le llevaron al curandero para que le sobara las várices.

Le pusieron conchiperla derretida con limón para borrar las cicatrices.
Le aconsejaron lavarse la cara con azúcar para eliminar las im­purezas de la piel.
Le recomendaron leche de seno y llaves enfriadas en el sereno, para el orzuelo.
Le colocaron bolsitas de té en los ojos para desinflamarle los párpados.
Le masajearon el cuero cabelludo con un huevo crudo, limón y sal para combatir la sebo­rrea.
Le peinaron con agua de romero para darle brillo al cabello.
Le hicieron hacer gárgaras con bicarbonato para blanquear los dientes.
Le pusieron a serenar un vaso de agua a la luz de la luna
y se la dieron a tomar en ayunas, para rejuvenecer.

Le dieron sangre de zorro para el asma.
Le pasaron la panza de un sapo vivo por la pierna para curarle la erisipela.
Le pusieron sanguijüelas para chuparle la sangre coagulada.
Le metieron un piojo en el ojo para que le desprendiera la cata­rata.
Le santiguaron y le hicieron santos remedios con sahumerios, en­salmos y conjuros,
para librarle del mal de ojo.

Le administraron fármacos y remedios caseros.
Le colocaron la pulsera del balance perfecto para conservar la salud.
Le llevaron al médico y al curandero, al homeópata y al brujo, al acupuntu­rista y al shamán.
Frecuentaron la botica y el bazar, el mercado y la iglesia
en bus­ca de las pastillas y las hierbas, las cápsulas y el agua ben­dita,
las inyecciones y los brebajes, las radiografías y los es­capularios.

En vista de los magros resultados, le sometieron a un programa intensivo de rejuvenecimiento:
dieta macrobiótica,
vitaminas,
deporte,
gimnasia rítmica,
aeróbicos,
yoga,
hidromasajes,
baños turco y sauna,
faja térmica,
depilación,
limpieza profunda de cutis,
manicure y pedicure,
pelucas.
Le compraron cremas importadas para combatir la celulitis, las estrías, la flacidez.
Le tiñeron las canas y le sometieron a tratamientos modernos para detener la calvicie.
Le practicaron cirugía estética para estirarle la cara y levan­tarle los glúteos y el busto.
Le renovaron el ropero, con atuendos de moda, colorinches, bisu­tería.

¡Qué no se ha hecho!.
Todo se ha intentado.
Y nada.
Nada.
Porque contra los achaques de la vejez no hay nada.

Agotada, ella misma dijo que la dejaran morir en paz.
Que suspendieran los emplastos y las cirugías,
los sahumerios y los aeróbicos,
los brebajes y las dietas.
Que sólo cabía nacer de nuevo.
Que había llegado la era de una nueva educación.