jueves, 18 de noviembre de 2010

Sobre la polémica de los crucifijos en los Centros

Con motivo de la solicitud para que se retiren los crucifijos, en un Centro Público de Almendralejo, realizado por una familia, se ha creado una polémica que ya ha generado suficiente "ruído", por decirlo de forma suave y sin intención de ofender a ninguna de las partes. Entre lo publicado me ha parecido de lo más ecuánime y adaptado a derecho este artículo aparecido en "La Crónica de Badajoz", hoy 18 de noviembre de 2010, de José María Pagador.
"No se pueden imponer una religión ni sus símbolos por votación mayoritaria, del mismo modo que no se puede acordar democráticamente expulsar a los judíos. Hay cosas que están por encima de las decisiones mayoritarias y en las que no cabe votación alguna. La asociación de padres de alumnos del colegio de Almendralejo de donde se han retirado unos crucifijos, en primer lugar, yerran cuando tratan de conseguir por mayoría lo que no es aceptable constitucionalmente en un colegio público de un Estado laico; en segundo, cuando quieren imponer a los demás su religión y sus símbolos en los espacios públicos del Estado, dejan de practicar la caridad y el amor al prójimo del que esos símbolos son la máxima expresión; y en tercero, cuando pretenden hacerlo con formas y expresiones airadas, contravienen la tolerancia y el respeto que predica el cristianismo.
La pregunta no es por qué molesta el crucifijo, o una efigie de Mahoma o una estatua de Buda. Estas expresiones de la fe de sus adeptos cuentan con espacios privados, en el hogar, en los centros religiosos y en los de culto y, en el caso de la Iglesia católica, sostenidos por el Estado español, que la ayuda con 6.000 millones de euros cada año (un billón de pesetas), lo cual me parece una vergüenza a estas alturas de la historia. En cambio, la laicidad y los que nos sentimos laicos y ajenos a las religiones, apenas disponemos de espacios donde no estén presentes los símbolos religiosos de los demás, que se nos imponen, si es necesario, por la fuerza o por la coerción de una votación mayoritaria que no cabe en cuestiones como ésta.
Aparte de que constitucionalmente no son admisibles los símbolos religiosos en los centros del Estado de cualquier tipo, y no solo en los educativos, el derecho de todos a su propia religión llevaría a un batiburrillo de símbolos de todas las religiones en los citados centros, en esta sociedad cada vez más pluriconfesional, o a que una asociación de padres con mayoría de musulmanes impusiera los símbolos islámicos en su colegio, o a que un juez hinduista hiciese colocar en la sala de vistas la simpática figura de Ganesh. Precisamente la rapidez y la contundencia con que reaccionan los adeptos en contra del derecho de los laicos demuestra su intolerancia y la necesidad de terminar de una vez con esta situación. En Europa es un asunto resuelto hace mucho tiempo. Aquí falta educación y cultura."

4 comentarios:

El Sietemesino dijo...

Hola, Antonio. He estado dándome una vuelta por tu blog y me gusta bastante. Te dejo la dirección del mío por si te apetece echarle un vistazo:

http://hayquejodersepuntocom.blogspot.com/

Uns aludo.

silvio dijo...

Efectivamente la religión debe de quedarse en el ámbito de lo privado y en este ámbito y claro está asegurar que nadie ni nada entorpezca su desarrollo en los lugares públicos de culto.Otra cantar es el resto de los lugares.La calle es uno de ellos en él que deberán someterse a la legislación específica y los lugares públicos de las administraciones en los que tiene que prevalecer el respeto a todas las creencias.Este respeto pasa por la ausencia de símbolos y por garantizar desde las autoridades el derecho a no ser avasallado por la creencias de otros.

Carmen dijo...

En los espacios educativos no se debería dar lugar a polémicas que enrarezcan la convivencia y crispen las relaciones entre la comunidad educativa. Lo común, lo que une, el respeto a lo diverso debería ser la consigna. Lo demás: las creencias de las partes, las ideologías, los gustos personales, las opiniones... es un equipaje que cada uno lleva consigo y que no debe echar a las espaldas de aquellos con los que se relaciona en estos espacios públicos. Hay otros lugares y tiempos para las religiones y sus prácticas. La escuela tiene que ser ajena a esas polémicas. Y tienen que ser los máximos responsables educativos los que establezcan pautas claras para que no haya lugar a disputas que lo uúnico que hacen es perjudicar a la institución educativa.

Anónimo dijo...

Me gusta la carta, está clara. Y ese "sietemesino", con perdón, esta ligeramente despistado o qué...